Cuando pensábamos que la pareja del verano aún no nos podía sorprender más, resulta que sí. Atento, atenta, atente al tatuaje de Carlota Prado y Coto Matamoros, que se lo han hecho igual y es una auténtica declaración de amor, de las que ya no se hacen…
Por si alguien no lo ha pillado, estamos en modo irónico. Porque el tatuaje es para flipar mucho. Muchísimo. Para abrir la boca y no cerrarla. Para que nos pinchen y no sangremos. Quizá es lo más excéntrico que hayamos visto en cuestión de tatuajes, y mira que hemos muchos, que hay famosos que los tienen muy, muy surrealistas. Pero si el tatuaje de Carlota Prado y Coto Matamoros es una declaración de amor, me bajo de la vida, como diría La Vecina Rubia. Yo ya. Y prometo revisar los conceptos que tenía yo relacionados con el amor.
¿Sabéis cuando una hermana mayor se tatúa «Big Sis» y la pequeña «Little Sis»? ¿O cuándo un miembro de la pareja se dibuja una cerradura y el otro una llave? ¿O uno medio corazón y el otro, otro medio? Pues Carlota y Coto han hecho lo mismo. Pero ya os decimos que el suyo no es tan formal, ni romántico, si lo podemos decir así. Porque Coto se ha tatuado «Carlota eres una hija de p***» y ella «Coto eres un hijo de p***». Y te aseguramos con los asteriscos son cosa nuestra, ellos no se han dejado nada, lo han puesto con todas las letras.
¿En serio no había nadie al lado que les aconsejara que no lo hicieran? ¿En serio? Nada, ya sabemos de dos futuros clientes que van a tener los centros de estética que se dedican a borrar los tatuajes de los arrepentidos.
El tatuaje, además, fue la clave para que los seguidores de uno y de otro empezaran a sospechar que entre ellos había algo. Luego, con la súper exclusiva que dimos aquí contándote que Coto Matamoros y Carlota Prado son novios, ya lo tuvieron más que claro. Y ambos han admitido que están súper bien y que les va fetén. Lo único que han querido dejar claro es que Carlota no está embarazada. Que no es que nosotros lo dijéramos, pero que veíamos ahí una barriguita que nos dejó un poco descuadrados. Aunque no tanto como verlos morreándose, claro.
